Caso clínico: Abordaje integral de dermatitis atópica, disbiosis y alteraciones digestivas en una paciente con sospecha de autoinmunidad
- Nutricionista, Guatemala
- 17 mar
- 2 Min. de lectura
Lcda. Andrea García Sánchez
Nutrición Funcional, Máster en Microbiota Humana
Introducción
Paciente de 27 años llegó a consulta con un cuadro complejo que incluía dermatitis atópica severa, alteraciones digestivas como estreñimiento y episodios de hinchazón, fatiga crónica y sequedad extrema en la boca. Su condición había empeorado tras un episodio de dengue e infección de garganta, lo que me llevó a evaluar su estado inmunológico y digestivo en profundidad.
Desde un enfoque integrativo, este caso se abordó bajo el paradigma del eje intestino-piel, considerando la relación entre la microbiota intestinal, la inflamación sistémica y la salud cutánea.
Evaluación inicial
Historial y síntomas:
Picazón intensa en manos, agravada por el contacto con ciertas telas.
Alergia y reacciones cutáneas al gluten.
Sed persistente y boca seca.
Dolor de cabeza postprandial y sensación de inflamación.
Historial reciente de infección viral y bacteriana.
Estreñimiento severo con evitación de la defecación por dolor.
Presencia de bacterias abundantes en estudio de heces.
Diagnóstico de dermatitis atópica.
Alteración del sueño debido a turnos de trabajo nocturnos.
Posible relación con autoinmunidad (antiestreptolisina 185 U/mL, límite 200).
Plan de tratamiento
Intervención nutricional: Se implementó una dieta de eliminación para reducir la carga inflamatoria y mejorar la integridad intestinal. Los principales cambios fueron:
Eliminación de gluten, lácteos, soya, maní, res, cerdo, mariscos y cítricos.
Potenciar la ingesta de proteínas magras (pollo, pescado, pavo) y vegetales de baja carga fermentativa.
Reducción de alimentos ricos en histamina.
Reintroducción progresiva de alimentos en base a tolerancia.
Suplementación funcional:
Probiótico (una cepa) para la regulación del sistema inmune intestinal.
Enzimas digestivas para mejorar la digestibilidad de los alimentos.
Suplemento para el apoyo hepático y detoxificación.
L-glutamina para la reparación de la barrera intestinal.
Vitamina D3 + K2 para la regulación inmunológica.
Hierro aminoquelado en por deficiencia.
Calostro e inmunoglobulinas humanas vía oral para modular la respuesta inmune y reforzar la barrera intestinal.
Estrategias de estilo de vida:
Regularización de horarios de sueño.
Actividad física ligera (caminatas y yoga).
Hidratación adecuada.
Manejo del estrés a través de técnicas de relajación.
Resultados a los 3 meses
Tras la implementación del protocolo, la paciente experimentó mejoras significativas:
Reducción del 90% en la picazón y lesiones cutáneas.
Regularización del tránsito intestinal, sin estreñimiento ni hinchazón.
Mayor energía y claridad mental.
Mejor adaptación a la dieta, con deseos ocasionales de dulces.
Reintroducción exitosa de arroz.
Relación evidente entre consumo de pizza y dolor articular, lo que reafirma la sensibilidad alimentaria al gluten, lácteos e histaminas.
Conclusiones y llamado a la acción
Este caso demuestra el impacto positivo de la nutrición funcional y la medicina integrativa en condiciones inflamatorias crónicas. La eliminación de alérgenos, el soporte digestivo y la optimización del sistema inmune fueron clave en su mejoría.
El abordaje del eje intestino-piel permitió mejorar no solo los síntomas cutáneos de la paciente, sino también su salud digestiva y general, reforzando la importancia de una visión integral en el tratamiento de afecciones dermatológicas.
Lcda. Andrea García Sánchez
Nutrición Funcional, Máster en Microbiota Humana

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